Por Redacción Digital
CIUDAD DE MÉXICO.,- 5 de diciembre de 2019.,- Por el 2008, llegó un estudiante estadounidense al doctorado de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Era flaco, calvo y alto. Siempre sonriente y ansioso por absorber todo lo que pudiera sobre la situación política venezolana. Al principio del semestre, ocupaba el tiempo en escribir en su libreta de notas, sin hacer preguntas.
No obstante, ya al final del seminario, levantó la mano para hacer un comentario que llamó la atención de todos.
«En Venezuela hablan con mucha normalidad de golpes de Estado. En todos lados, en todas partes, todas las gentes. Siempre están esperando que pase en cualquier momento», dijo en un castellano bastante fluido. Luego, ante el silencio que su reflexión había creado, optó por romperlo con algo no menos denso: «¿Es posible que suceda… un golpe, me refiero?», concluyó.
He pensado recientemente en esa anécdota a propósito de lo que ha sucedido en Bolivia, de la reciente reunión de los países que integran el TIAR, y de analizar el oscuro laberinto que atraviesa la oposición venezolana. Dos preguntas surgen:
- ¿Será esta naturalidad del siempre esperar golpes de Estado lo que ha deformado la capacidad de hacer política a la oposición en Venezuela?
- Y ¿es posible en el corto y mediano plazo que ocurra un levantamiento militar al estilo boliviano?
De las vías rápidas
Este año, como ningún otro, ha quedado claramente fundamentado el esquema de desestabilización contra Venezuela. El plan A, B, C….y Z venido desde la más recóndita entraña del Pentágono, tenía muy claro que la misión era dividir a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y dejar que esta les entregara, como ha sucedido en Bolivia, su joya de la corona.

La agenda estratégica de Estados Unidos para VenezuelaEste plan, evidentemente como lo ha dicho hasta la saciedad Eliott Abrahams y Craig Faller, contempla una cruel y sostenida estrategia a la que llaman «paciencia estratégica», que es un eufemismo correcto para denominar al estrangulamiento de las capacidades del Gobierno y de la sociedad venezolana para brindar bienestar a sus ciudadanos. Derrotar por agobio y por cansancio.
El investigador Carlos Lanzha demostrado que la doctrina, el enfoque y la disposición del Pentágono está orientada hacia la guerra no convencional más que a una intervención militar directa. Hace unos días, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, confirmó este planteamiento.
¿Acaso no ha sabido esto la oposición venezolana? ¿Por qué se aferra tanto a las «vías rápidas» del golpe de Estado o la intervención militar? Hay tres razones que lo explican:
- No tienen gestión que mostrar: muchísimos líderes de oposición han llegado a altas responsabilidades de gobierno. Han sido gobernadores y alcaldes de las regiones más ricas y geopolíticamente importantes del país. Han permanecido allí por largos lapsos de tiempo (ocho años no son poca cosa). ¿Y qué pueden exhibir como logros? Nada memorable, nada que pueda ponerse a competir en la batalla electoral y que sirva para capitalizar votos.
- Abandonaron el tablero: Otro asunto es que instalaron un esquema de filiación partidista que es muy similar a un culto religioso y ahora no saben cómo desmontarlo. Si no aceptas los preceptos de la secta, que consiste básicamente en endilgar al chavismo los males sobre la tierra, sus partidarios sufrirán un destino similar a aquellos leprosos en la Edad Media. Mecanismos que en otros países sirven para dirimir diferencias como las elecciones, el diálogo y la cooperación entre poderes son rápidamente tildados de sospechosos y execrados de la vida pública. ¿Desde dónde se maniobra cuando abandonas el juego de la política?
- El engaño como máquina de hacer dinero: la dirigencia política y los medios de difusión a su servicio convirtieron la polarización y la división social en una sofisticada mina de oro. Les construyeron a su base electoral un enemigo y les renuevan año tras año la promesa de vencerlo. No por casualidad afirman los expertos que «la fuerza motivacional más fuerte y poderosa a día de hoy son las falsas esperanzas».
¿Por qué no habrá golpe de Estado en Venezuela?
A pesar de que el nivel de bienestar no es el mismo del 2008, y de que se ha transitado por la partida física de Chávez y por los efectos de la guerra de amplio espectro, hoy le contestaría a dicho estudiante de la misma forma que lo hice en ese instante: no, no es posible un golpe de Estado en Venezuela.

©La conspiración contra Bolívar y la destrucción de la nación venezolanaEl argumento actual es un poco distinto al de aquel entonces. Hoy, recurriría a un método pedagógico que consistiría en preguntarle: ¿conoces a los erizos?
El filósofo griego Arquíloco escribió hace un tiempo una potente línea que sirvió para que intelectuales como Isaiah Berlin o investigadores de gestión empresariales como Jim Collins desarrollaran sus ideas. «El zorro conoce muchas cosas, pero el erizo conoce una sola gran cosa», sentenció.
Berlin usó la frase para su ensayo El erizo y el zorro, en el que dividió el mundo en dos clases de personas. Por un lado, a los erizos —o los que «todo lo refieren a un único aspecto central, a un principio ordenador único y universal»— y, por otro lado, a los zorros humanos, es decir, quienes «persiguen muchas metas, frecuentemente sin relación entre sí e incluso contradictorias» con el añadido de que muchas veces su «pensamiento es disperso o difuso». Claro que el propio Berlin explica que la naturaleza humana es mucho más compleja de clasificar y a veces la dicotomía no lo explica todo. Sin embargo, la metáfora nos sirve para el propósito.