Por Redacción Digital
El fisico méxicano que trabaja en el Gran Colisinador de Hadrones explica él fenomeno
CIUDAD DE MÉXICO., 6 de noviembre de 2019.,- Cuando se habla de gravedad, la mayoría de las personas piensa en Isaac Newton y una manzana cayendo de un árbol, pero pocos pueden imaginar una red de diminutas ondas gravitacionales, que son el tiempo y el espacio mismos.
El origen de estas ondas fue hace más de 1.000 millones de años tras la fusión resultante del choque de dos agujeros negros que perturbó el espacio-tiempo con una potencia descomunal, provocando que cientos de miles de años después, los humanos podamos tener constancia de su existencia.
El hallazgo registrado la madrugada del 14 de septiembre de 2015, en el marco del proyecto LIGO en el que participan 18 países, permitió la detección directa de ondas gravitacionales, además de la observación de agujeros negros.
«Es uno de los avances más importantes en lo que va del siglo 21. Tuvimos la posibilidad de constatar eventos que ocurrieron cuando comenzaba la vida en la Tierra: dos agujeros negros que chocaron en el espacio cuando la vida transcurría de los organismos unicelulares a los pluricelulares y que al fundirse en el cielo produjeron ondas gravitacionales que ahora estamos viendo», destaca con afección el físico mexicano Gerardo Herrera Corral, parte del proyecto ALICE del Gran Colisionador de Hadrones en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN), en Ginebra, Suiza.
Una nueva forma de entender el Universo
La observación no solo demostró la existencia de ondulaciones del espacio y del tiempo, y la evidencia de la existencia de agujeros negros, sino que «ofrece una nueva herramienta para explorar el cosmos, una nueva manera de hacer Astronomía nos dará una imagen nunca vista del Universo», comparte el investigador a RT.
De esta forma, se abrió una puerta que Herrera Corral explora en el libro ‘Agujeros Negros y Ondas Gravitacionales, una mirada profunda al Universo’, publicado en agosto por Sexto Piso, una editorial que se ha ganado fama por su catálogo en narrativa literaria y que ahora da el paso hacia las publicaciones científicas.
En 187 páginas, el científico desentraña que este nuevo umbral posibilita entender lo que significa el destino desde la óptica de la Física moderna y destierra la idea de que una fuerza invisible que actúa a distancia tira las manzanas al suelo.
«Nuestro planeta con su presencia ha deformado el espacio y el tiempo al grado de convertirlo en un deslizadero en declive para los objetos que se mueven cerca de él», explica.
La entrada al infinito
Los agujeros negros son los objetos astrofísicos más fascinantes del cielo por su estrecho vínculo a la infinidad. Una vez que se atraviesan lo que sucede dentro deja de estar ligado a lo que conocemos del Universo.
«Concentran una fuerza gravitacional gigantesca, que ha alcanzado tal densidad que genera algo que se conoce como ‘el horizonte de eventos’, una línea que cuando se cruza ya no se puede escapar», destaca Herrera al hablar de lo que revela la constancia de la existencia de los agujeros negros.
Ni siquiera la luz puede salir de ellos, y esto no es solo una curiosidad. «La región del espacio ocupada por un agujero negro se desprende del Universo, el objeto que ha caído allí ha entrado a una región completamente desconectada de nuestro Universo», explica el entrevistado.
El hecho destapa la infinidad en una línea definitiva: «Una vez que se cruza no hay vuelta atrás, todas las opciones para el objeto que ha caído, desaparecen; existe una sola opción, que es seguir cayendo al centro del agujero negro», agrega.
Desde el punto de vista científico, lograr la observación de un agujero negro confirma que las ondas gravitacionales son cambios del tiempo y el espacio mismos.
En abril de este año se publicó por primera vez la fotografía de un agujero negro, es la primera evidencia directa de que existen estos objetos y es considerado el hallazgo del siglo.
A la búsqueda de la teoría del todo
Para Herrera, la Ciencia tiene una buena aproximación al macrocosmos, con su galaxias, planetas, estrellas, y también a los átomos y partículas elementales que conforman el microcosmos. Pero aún falta desarrollar la Teoría del Todo.
«Pensamos que debe haber una solo teoría, no la Mecánica Cuántica para describir el microcosmos y la Teoría General de la Relatividad para estudiar el macrocosmos. Nos hace falta desarrollar una teoría que las junte a las dos con la que podamos entenderlo todo, que se conoce como la Teoría del Todo, y en ese proceso vamos a aprender muchísimo del Universo que aún desconocemos».
Los ojos de este hombre, que trabaja en el experimento que busca recrear las condiciones que existían en el Universo cuando habían transcurrido entre 1 y 10 microsegundos después del Big Bang, han observado lo impensable.
«En la carrera de Física estudiábamos cosas que considerábamos muy especulativas, que no íbamos a poder verlas. Observar que muchas van apareciendo, como que las ondas gravitacionales existen y que acaban de ser medidas, que tenemos la fotografía de un agujero negro, que tenemos la fotografía del Universo cuando tenía 300.000 años de edad, me han desconcertado para bien».
En esa declaración, el doctor en Ciencias recarga el motivo de publicar ‘Agujero Negros y Ondas Gravitacionales’: «Con estos eventos ocurriendo, c